Voces de Chernóbil

Voces de Chernóbil, por Svetlana Alexiévich
27778352
Edición leída
Título:
Voces de Chernóbil –
Crónica del futuro
Autor:
Svetlana Alexiévich
Idioma:
Español
Traductor:
Ricardo San Vicente
Formato:
Pasta blanda
ISBN:
978-958-8931-19-7
Editorial:
Penguin Random House Grupo Editorial
Fecha publicación:
Diciembre de 2015
N.° de páginas:
406

Tengo cierto involucramiento personal con este libro. Quise leer algo de la premio Nobel 2015 y solo podía ser este. Cuando ocurrió la tragedia, en abril de 1986, yo vivía en Grenoble (Francia), a 1900 kms de Pripyat/Chernóbil. Por los rudimentos de física y química de mi formación de ingeniero, tenía alguna percepción real de lo que implica la exposición a la radiación y seguíamos las noticias de los desarrollos por radio y televisión. Allí fuimos testigos de la descripción del accidente y de las acciones internacionales. Diariamente estábamos pendientes de las previsiones del estado del tiempo ("la météo") donde se indicaba según los vientos y las temperaturas, qué grado de exposición habría al día siguiente, si habría que tratar de estar a cubierto más que otros días.

Algo que era conocido es que la población más directamente afectada (Ucrania, Bielorrusia, Rusia y sus demás vecinos) tenía menos información: los gobiernos la ocultaban a su población, tal como se ve en el libro, no así en Europa occidental.

En octubre de 2015 se anunció el premio Nobel para Svetlana Alexiévich; en abril de 2016 fue invitada de honor a la Feria del Libro en Bogotá. Hecho curioso, ella estaba en Bogotá en la fecha del 30° aniversario del accidente, así que fui a la feria con mi copia del libro en un fallido intento de obtener su autógrafo. A pesar de esto, por haber sido un evento que me tocó con alguna cercanía y por las coincidencias anotadas, escogí este libro.

 Es un documento periodístico, con un estilo muy interesante: mi interpretación de este estilo es que la autora entrevista a las víctimas pero no nos deja conocer cuáles son las preguntas y aparentemente no contrapregunta. Luego nos presenta las respuestas despojadas de las preguntas, de manera que adquieren forma de monólogo, como en efecto se titulan los capítulos: "Monólogo de..." tal o cual.
Es curioso pero la forma de mostrar la magnitud de tragedias como esta, grandes en cobertura geográfica, en número de víctimas, en su duración (megatragedias, diríamos), no es en lo macro sino en lo micro. Así, la magnitud se ve mirando el efecto que tuvo y que aún tiene en víctimas individuales.
Hace poco leí el libro "The Holocaust - The human tragedy", de Martin Gilbert, y sigue una aproximación similar: la manera de mostrar la magnitud de semejante tragedia es mirando los infiernos individuales de sus víctimas y no haciendo una vista global.

El uso de este estilo en Voces de Chernóbil es impactante. Las víctimas nos hablan. Nos hablan y nos muestran lo mejor y lo peor de nuestra naturaleza humana. El amor; la pobreza; el arraigo; el amor y el respeto por la tierra, por los animales, por la vida; el amor de pareja, de madre, de padre; el cuidado de la tierra y de la naturaleza; el autoconvencimiento de que este enemigo no existe por el hecho de ser invisible; la ignorancia y la falta de acción para mantener al pueblo en ella - incluso las acciones específicamente diseñadas para mantener al pueblo en ella; la ciega lealtad al régimen; cómo se acallan aquellas voces que perciben y tratan desesperada e infructuosamente de alertar sobre la magnitud del problema; el humor (¡en medio de semejante tragedia!) y el humor negro; los políticos y el estado ignorando a la ciencia y, por lo tanto, la soledad desesperada del científico; en fin, hay que leerlo para ver todo esto. Si no fuera porque en cada capítulo es una víctima la que nos habla, pensaríamos que es una obra de la más cruel ficción, pero no, es tristemente la realidad.

Recomiendo la lectura de este libro que nos recuerda lo bella y lo frágil que es la vida y nos hace reflexionar si la estamos cuidando como se merece.

Un comentario final sobre la versión que leí. Mi impresión es que la traducción está hecha en español muy peninsular, incluso sesgado al habla de alguna región, de manera que a mí, latinoamericano, me suenan forzadas ciertas construcciones y vocabulario. En reciente publicación* una editora habla del esmero que ellos ponen en sus traducciones y en su edición: "El resultado son textos limpios con un lenguaje «cuidadísimo y registro neutral, para que sea comprendido en América»". Claramente este cuidado no se tuvo en esta edición.

Estos son algunos ejemplos que no nos suenan naturales a este lado del charco:
- «Ha venido con su padre, que tiene coche. Nos subimos al coche y vamos a la aldea más cercana a por leche».
- «Pero, chavales, ¿qué hacéis sin trajes de protección?»
- «¿Qué hacéis en medio de la carretera? ¡La madre que os…! ¡Estáis levantando polvo radiactivo!»
- «El garañón este aún tiene redaños...»
- «¡A por ellos!»

Ahora sí para terminar, algunas citas que me han llamado la atención (puede omitirlas si prefiere encontrarlas luego en el libro).


- «¡Compren mis manzanas! ¡Manzanas de Chernóbil!». Y alguien le recomienda: «Mujer, no digas que son de Chernóbil. Que nadie te las comprará». «¡Pero qué dices! ¡Las compran y cómo! ¡Unos, para la suegra; otros, para su jefe!» p. 86
- «espere… quiero que sepa una cosa… Yo no temo a Dios. A mí lo que me da miedo son los hombres.» p. 101
- "Yo soy una persona que no sabe lo que es el instinto de conservación. [Tras reflexionar un rato.] Pero sí tengo un desarrollado sentido del deber. Y gente así entonces había  mucha, no era yo solo". p. 343
- "Lo que ha pasado es algo desconocido. Es otro miedo. No se oye, no se ve, no huele, no tiene color; en cambio nosotros cambiamos física y psíquicamente. Se altera la fórmula de la sangre, varía el código genético, cambia el paisaje". p. 334.
- "Yo tengo miedo. Miedo de una cosa, de que en nuestra vida el miedo ocupe el lugar del amor". p. 338
- "Un estereotipo militar de comportamiento. Tampoco conocían otro. No comprendían que la física era algo que realmente existía. Que había una cosa llamada reacción en cadena. Y que no había orden ni disposición gubernamental que pudiera cambiar esta física. El mundo se fundamenta en ella y no en las ideas de Marx". p. 341
- "Una persona se levanta temprano por la mañana. Empieza su jornada. Y no se para a pensar en la eternidad, sus pensamientos están en el pan de cada día. Usted, en cambio, quiere que la gente piense en la eternidad. Este es el error de todos los humanistas." p. 367. [Me pregunto: ¿no será justamente por eso que la humanidad necesita a los humanistas? MJO]

MJOD, Bogotá, mayo de 2016

* "Clásicos literarios renovados que encantan", Carlos Restrepo. Lecturas, El Tiempo. Bogotá, Colombia. 15 de mayo de 2016, p. 15.

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